¿Quien quiere ahora acabar con todo?
Posted on noviembre 4, 2015
Filed under Publicado en el diario Las Provincias
Yo no creo que los miembros del Consell piensen respecto del tenis lo que los responsables del Partido Comunista Chino dijeron hace unas semanas del golf: que era un deporte de ricos, cuya práctica resultaba tan incompatible con los deberes de un buen militante como la gula, el alcoholismo… o el adulterio. Me limito a pensar que cuando el actual Gobierno valenciano se topó con el compromiso, adquirido por sus predecesores, de financiar con largueza en Open de Tenis que hasta el pasado domingo se celebró en la ciudad de valencia, se tentó los bolsillos, vio lo mermados que estaban sus fondos, y optó por atender otras prioridades que para ellos resultaban más urgentes o más importantes. Del mismo modo, tampoco pienso que cuando el Ayuntamiento de Madrid anunció que dejaría de apoyar económicamente la Escuela de Tauromaquia, o cuando el de Cádiz advirtió que recortaría sus aportaciones a la Semana Santa, o cuando el de Valencia anunció que bajaría las ayudas para la iluminación de las calles en Fallas, lo hicieran por ser enemigos de la cultura o partidarios de la oscuridad. De nuevo, quiero creer que valoraron cuales eran las necesidades mas acuciantes de sus ciudadanos en un sentido distinto de cómo lo habían hecho sus predecesores, y obraron en consecuencia.
Porque gobernar consiste básicamente en eso: en administrar unos recursos siempre escasos, tratando de llegar a todo cuando es posible, pero priorizando unos gastos sobre otros cuando no lo es. Gobernar es valorar, elegir, jerarquizar; es arropar a unos… y abandonar a los otros a su suerte.
Sin embargo, esa condescendencia de la que ahora parecen disfrutar los gobiernos municipales y autonómicos de izquierda salidos de las elecciones del pasado mes de mayo no fue la que disfrutaron los gobiernos municipales, autonómicos y nacional mayoritariamente populares salidos del ciclo electoral de 2011. Haciendo oídos sordos a la gravedad de la situación económica heredada del zapaterismo, no hubo un solo recorte durante la legislatura que está a punto de terminar que no fuera recibido por la oposición al grito de “¡Quieren acabar con la cultura!”, o con la educación, o con la sanidad, o con las pensiones, o con la dependencia; hasta el punto de haberse llegado a acuñar ese supino absurdo del “¡Quieren acabar con todo!” que aun hoy –con la recuperación ya en curso– puede leerse en algunas de las paredes de nuestra ciudad.
Gobernar es valorar, elegir, jerarquizar. Ayer le tocó al cine, hoy le toca el tenis, y mañana quién sabe. Quizás el problema radique en fiarlo todo a la intervención salvífica del Estado, en lugar de asumir que más allá de garantizar nuestra seguridad, mantener el orden, administrar lo que es común y procurar la justicia, todo lo demás son tareas que hemos echado –a veces irreflexivamente– sobre sus hombros unos ciudadanos a los que de natural no nos gusta tener que elegir. Lo queremos todo, ahora, y gratis.
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