Rosa, rosae
Posted on septiembre 10, 2014
Filed under Artículo de prensa, Publicado en ABC (Comunidad Valenciana)
Cuando hace unos pocos meses salí de los salones del Hotel Astoria de Valencia después de haber escuchado la conferencia que Rosa Díez había impartido a instancias del Forum Europa, lo hice con una sensación extraña. Acababa de escuchar a una política que pese a liderar un partido indiscutiblemente minoritario –solo uno de cada veinte ciudadanos votó por UPyD en las últimas elecciones generales– lleva años colocándose entre los líderes mejor valorados del país, cuando la impresión con que yo me había quedado era cabalmente la contraria: estaba de acuerdo con el noventa por ciento de las posiciones que Rosa Díez había mantenido, pero las más de las veces me había incomodado el modo en que las había planteado. Por suerte –para mi: quizás no tanto para ella– no pasaron muchos minutos hasta que pude constar que no era el único que había salido de allí con un sabor de boca agridulce, desde luego no imputable a la fina repostería del Astoria.
Lo diré con otras palabras: las tesis básicas de UPyD, en las que se aboga por el reforzamiento del Estado, la racionalización de nuestro sistema autonómico, la erradicación de la corrupción, y la regeneración de nuestra democracia me parecen no solo acertadas sino hasta inaplazables. Pero el exagerado personalismo con el que Rosa Díez lidera su partido, su rechazo a cualquier propuesta estratégica que no coincida con la suya, su maximalismo programático, y la displicencia con la que trata a otras formaciones más o menos cercanas a la suya no solo me parecen inadecuadas para las presentes circunstancias de emergencia nacional, sino incluso letales para sus propios objetivos políticos.
No nos engañemos: de los varios escenarios que podrían emergen de las próximas elecciones autonómicas y municipales, solo hay uno –uno solo– que permitiría a UPyD poner en marcha alguna de sus propuestas. Y no me estoy refiriendo precisamente a una victoria suya en la que nadie seriamente cree, sino a un escenario en el que resultara ser la clave para la conformación un gobierno popular en minoría, que se viera así obligado a hacer de una vez por todas todo aquello que hasta ahora no se ha atrevido a hacer. Solo que ello requeriría de Rosa una disposición a declinar –en la acepción de “ir cambiando de naturaleza o de costumbres”– que a dia de hoy se me antoja improbable.
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